miércoles, 14 de marzo de 2012

El después del después

Me cuestan mucho los finales.

De casi todas las cosas. Cuando estoy leyendo un buen libro no quiero que se termine, pero mientras más me gusta más rápido lo leo. Cuando miro una película interesante se me pasa volando, y casi ni me doy cuenta cuando llegan los títulos.

Obvio que las actividades divertidas e interesantes se me pasan a velocidad luz, como el cliché de las vacaciones que se terminan casi antes de empezar, y así me quedo, con la sensación de no haber disfrutado nada.

Con las relaciones me pasa igual, no entiendo los finales. Me cuesta entender cómo funciona esa dinámica de compartir tu vida con una persona, y de un día para el otro tener que prescindir de toda esa cotidianidad, de las costumbres, de los minis rituales, los códigos y los guiños íntimos. Y así obligarte, imponerte, a seguir como si nada, sin la otra persona.  Tu vida que estuvo un tiempo en pausa y ahora de pronto hay que seguir sin saber bien para donde, ni como.

Por lo menos a mí.

Hoy, cuando todo es tan fugaz, veloz y virtual, sigo creyendo en los tiempos lentos, en el cuadro por cuadro, en los pequeños rituales cotidianos, en las costumbres, en el blanco y negro.

Y a todo esto la cocina, los restaurants por los que he pasado. Lugares que han dejado una marca en mí forma de ver la gastronomía. En cada uno de ellos tenía mi rutina, mi ritual intimo, la costumbres de cada grupo, los códigos y las formas.

Cuando dejas una cocina por otra, cuando te vas a otro restaurant, otro  chef y con la mejor de la suerte otro país, siempre seguís pensando en el anterior trabajo, te quedan las recetas en la cabeza, las comparas con las nuevas, te sorprendes con las innovaciones y tratas de aportar lo que traes en tu memoria afectiva.

Siempre se me cruzan perfumes característicos de cada una, y al instante me acuerdo de las mañanas en cada una de ellas, los buenos momentos, cuando todo era destello y novedad, y con lo malo también.

Pero siempre se avanza.

Cada nuevo restaurant, con su forma particular de ver la gastronomía, aporta mucho para la formación de un cocinero. La experiencia, las papas peladas y las cebollas cortadas, las horas de poco sueño y mucho trabajo me trajeron hasta acá.

Y el final.

Cada cocina tiene su ciclo, su etapa. Cada cocinero pasa, siguen.




Seguramente la próxima sea mejor, una nueva perspectiva, con lo vivido, los próximos fuegos traerán nuevos sabores, texturas  y perfumes..

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3 comentarios:

  1. A mi me pasa con las buenas películas, las que me están gustando mucho, que pienso "pucha, y esto no podría ser una serie?". Siempre supe que me cuesta mucho el final de algo, también. Me acuerdo cuando escuché Belle & Sebastian por primera vez "I always cry at endings", me sentí muy identificado:
    http://www.youtube.com/watch?v=yS_DcqPkEYM

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  2. Que bueno cuando se te cae un pedazo de hielo "capitán frió".
    El hielo cayo, se deslizo hasta por allá lejos.
    El tiempo lo derritió.
    En este blog, caminas descalzo y chapoteando, eso es bueno.

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