martes, 22 de febrero de 2011

Que lindo...sos Chef (con vos de “minita”)

Si soy Chef, hace unos cuantos años ya. Unos once años. Un montón para algunos, muy poco para los maestros que hace más de treinta que estan detrás de los fogones.

Y sí, es lindo. Porque haces los que te gusta, porque te relaja el crear, te deleita invitar, te conforta el saber que lo que haces les gusta a otros, porque es un estilo de vida, una forma de entender el mundo, una forma de expresar los sentimientos hacia el otro. Compartís con amigos, con familia, con amores.

Y también es un caos. Porque hay días que no paras un segundo, estas más de quince horas trabajando, corriendo de un lado para el otro, organizando, dirigiendo, controlando, verificando, solucionando problemas propio y ajenos, tapando huecos, alentando o sancionando a los empleados,  reclamándole a los proveedores, buscando opciones, reuniéndote con gerentes, con tu segundo, con los clientes, con nuevos proveedores, con el técnico del horno, el del freezer, el del lava plato, chequeando horarios, menús, itinerarios, ordenando, limpiando, acomodando. Es todo parte del caos.

Con suerte existe la posibilidad de relajarse un rato, sentarse, tomar un café y esperar que empiece el servicio. Otra tanda de desenfreno organizado, hasta la hora final, la del postre, donde va asomando un poco de calma, un poco de saberse con el deber cumplido.

Y si, es lindo. Pero es duro. El que piense que este es un oficio fácil y lleno de luces como las estrellas de Fox Life, se equivoca. En esto hay que dejar mucho, sobre todo al principio. Muchas horas de trabajo, mucho compromiso. Navidad, año nuevos, festejos, cumpleaños, quedan en segundo plano. Muchísima presión. Muchas otras actividades relegadas, muchos afectos desatendidos.

Y siempre el cruel riesgo de la critica infame, los clientes insatisfechos, los periodistas altaneros. Estamos indefensos frente a ellos.

Pero es lo que somos….cocineros, en el fondo siempre lo seremos, más allá que en algún lado figure la palabra Chef, siempre volveríamos a elegir ser cocineros….













….a Santi Santamaría, donde quiera que estés, entre vainilla y miel, entre olivos y lavanda, entre Mar y Montaña….

miércoles, 16 de febrero de 2011

Disconforme en porcentajes

El 95% de las veces no estoy conforme con lo que cocino. Así ha sido siempre, pero esta situación se viene agravando con transcurso de los años y con el desarrollo personal.


En un 20% porque el sabor no me convence, algo le falta, un ácido, un picante, una hierba o un poco de oliva… aunque la cara de agasajo de mis amigos con sus barrigas a punto de estallar indique que la aceptación ha sido masiva.

Un 15% de las veces la textura no me convence, tal vez unos minutos más de reposo, un poco menos de temperatura, un macerado previo, unos golpes de maza, unos cortes adecuados, un poco mas de amasado…en el mejor de los casos mi refunfuño será silenciado por alguna señorita que con una simple bajada de pestañas me recuerde que debería volver al estado de relax y seguir disfrutando de la velada.

20% de los platos que armo terminan por no cuadrarme, siempre termino dudando de la combinación correcta, la armonía de sabores y texturas,  las guarniciones, las salsas, los colores…cada detalle. Pero en este caso el veredicto final e implacable queda totalmente fuera del alcance de mi mano, cuchara, cucharón o cuchillo, ya que una vez que el plato llegue a la mesa, el comensal será el único capacitado para juzgar y evaluar, su humor será el que determine el éxito parcial o el más rotundo fracaso.

Un 5% de las veces no encuentro el producto adecuado. Esté porcentaje es tan bajo porque siempre me adecuo yo al producto de estación, en vez de pretender forzar al ciclo de la vida. Y si estoy desconforme es porque el productor de confianza ha tenido un problema ajeno a sus dominios. Puede pasar.

No sé. Un 35% de “No Sé”. Porque me gustaría saber más, conocer mucho más, probar y experimentar diez veces más, degustar treinta veces más, recorrer más mercados, comprarme más libros, visitar más restaurants. Y volver a intentar.

Pero todos estos porcentajes hacen que el último 5% lo disfrute al 100%, deteniéndome en la simplicidad del momento, en la sencillez de la preparación, en la nobleza de los productos y en la grata compañía.

Por eso nada mejor, que despertarse un domingo temprano, en el campo, preparar un desayuno casero, un pan rápido en sartén, un café recién hecho y llevárselo a la cama mientras ella duerme…


Y al primer bocado…150% de felicidad….


miércoles, 9 de febrero de 2011

Maldito viajero


Con todas estas nuevas tecnologías de comunicación, y más especifícamele la BackBerry  que adquirí hace pocos meses, he empezado a estar más conectado en diferentes sentidos, a veces demasiado conectado/informado, teniendo la posibilidad de acceder con muchísima mas frecuencia a blogs y redes sociales.

Una de las  ventajas que más estoy aprovechando es la posibilidad de enviar y recibir fotos en forma casi instantánea, así que suelo enviar a mis amigos fotos de cosas cotidianas, de platos nuevos, de cenas elaboradas o de fogones de fin de semana, y obviamente de postres varios, sólo para jugar un poco con su sana envidia.

Las respuestas han sido varias, todas de buen grado, por eso son amigos, pero no dejan de recordarme que mi aporte a sus requerimientos nutricionales son exiguos y de poca frecuencia.

Pero como toda acción tiene su reacción….


Esta es la fotito que me envió un amigo y compañero de equipo, desde Guayaquil, a la hora del almuerzo, mientras yo comía algún plato insignificante frente a la computadora, él se manducaba esté hermoso plato de arroz con mariscos frente a la playa.

….no provoquéis la desazón de tus amigos, pues te darán con un soberbio cangrejo en la cara…..


miércoles, 2 de febrero de 2011

El último barquillero

No es ninguna novedad que las cosas cambien con el tiempo, es más, la esencia del transcurso de tiempo es el cambio en si mismo....
...pero noté este verano como algunas costumbres y usos cambiaron el algún momento sin que me diera cuenta.

En mi breve paso por la costa bonaerense pude ver como algunas costumbres fueron dejadas de lado, y algunas nuevas fueron surgiendo, ya no vi mas payasos vendiendo pirulines, pistas de autitos de carrera en la arena, pocos diarieros y el viejo barquillero no aparecía por ningún lado.

Este año vi carritos que ofrecían licuados varios, el del choclo, que si bien hace unos años que está de moda, no existía en mi infancia, un proveedor de agua caliente,otro de panchos (panchos en la playa tampoco era habitual)  y uno de pochoclos que tampoco recordaba.

Se mantienen algunos clásico de toda la vida, como el algodón de azúcar, las manzanas recubiertas de caramelos, bebidas, helados, facturas, los infaltables churros rellenos y algunas lachas pesqueras que arriban por la mañana temprano.

Pero cuando ya faltaba poco para la vuelta, pasó haciendo sonar su triangulo....


tal vez algunas cosas buenas resisten el paso del tiempo, a pesar de las modas y las tecnologías.