miércoles, 16 de febrero de 2011

Disconforme en porcentajes

El 95% de las veces no estoy conforme con lo que cocino. Así ha sido siempre, pero esta situación se viene agravando con transcurso de los años y con el desarrollo personal.


En un 20% porque el sabor no me convence, algo le falta, un ácido, un picante, una hierba o un poco de oliva… aunque la cara de agasajo de mis amigos con sus barrigas a punto de estallar indique que la aceptación ha sido masiva.

Un 15% de las veces la textura no me convence, tal vez unos minutos más de reposo, un poco menos de temperatura, un macerado previo, unos golpes de maza, unos cortes adecuados, un poco mas de amasado…en el mejor de los casos mi refunfuño será silenciado por alguna señorita que con una simple bajada de pestañas me recuerde que debería volver al estado de relax y seguir disfrutando de la velada.

20% de los platos que armo terminan por no cuadrarme, siempre termino dudando de la combinación correcta, la armonía de sabores y texturas,  las guarniciones, las salsas, los colores…cada detalle. Pero en este caso el veredicto final e implacable queda totalmente fuera del alcance de mi mano, cuchara, cucharón o cuchillo, ya que una vez que el plato llegue a la mesa, el comensal será el único capacitado para juzgar y evaluar, su humor será el que determine el éxito parcial o el más rotundo fracaso.

Un 5% de las veces no encuentro el producto adecuado. Esté porcentaje es tan bajo porque siempre me adecuo yo al producto de estación, en vez de pretender forzar al ciclo de la vida. Y si estoy desconforme es porque el productor de confianza ha tenido un problema ajeno a sus dominios. Puede pasar.

No sé. Un 35% de “No Sé”. Porque me gustaría saber más, conocer mucho más, probar y experimentar diez veces más, degustar treinta veces más, recorrer más mercados, comprarme más libros, visitar más restaurants. Y volver a intentar.

Pero todos estos porcentajes hacen que el último 5% lo disfrute al 100%, deteniéndome en la simplicidad del momento, en la sencillez de la preparación, en la nobleza de los productos y en la grata compañía.

Por eso nada mejor, que despertarse un domingo temprano, en el campo, preparar un desayuno casero, un pan rápido en sartén, un café recién hecho y llevárselo a la cama mientras ella duerme…


Y al primer bocado…150% de felicidad….


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